Sesion 3: El Corazón del Líder: Preparado para Servir
Sesión 3
El Corazón del Líder: Preparado para Servir
Pastor Craig Sturm
Cuando te preparas a enseñar, ¿cuál es el estado de tu corazón?
¿Te sientes preocupado, buscando tus notas o los materiales que te faltan por conseguir?
- ¿Estás activo y ansioso?
- ¿Calmado y confiado?
- ¿Dónde debe empezar tu preparación?
Esa es la clave cuando vamos a enseñar: ¿Estás realmente preparado?
I. Prepara tu corazón.
Somos lo que somos en nuestro corazón. La enseñanza empieza preparando el corazón. Proverbios 4:23- “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” Mateo 15:18-19- “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” Mateo 12:34-35 – “!Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. El corazón es como una fuente de agua, pero si por dentro está sucia, entonces todo lo que emanará será sucio. Pero de una fuente limpia saldrá agua limpia. Lo que sale de nuestra boca está determinado por lo que está dentro de nuestro corazón. Lucas 6:43-45.
II. Un llamado a preparar el corazón.
Debemos enseñar con pasión las Escrituras y utilizar los medios visuales, etc. Pero todo esto será en vano si no preparamos el corazón. Deuteronomio 6:4-6 – “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón.” Al leer este pasaje enfatiza y subraya los “tu” para que te des cuenta de la necesidad de prepararte tu propio corazón antes de enseñar a otro.
La verdadera enseñanza comienza en nuestro propio corazón. Si las verdades divinas no causan alguna impresión en tu corazón, entonces no producirán efecto en tus niños.
Sugerencias para preparar el corazón.
1- Busca al Señor temprano y frecuentemente. Hazlo para tu propio beneficio. No leas la palabra pensando qué vas a enseñar a otros. Salmo 5:1-3 – “Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.” ¿Por qué hacerlo de mañana? Porque lo que hacemos al principio de nuestro día nos prepara para todo el día. David dice que debe ser lo primero que hagas en la mañana. Aun recomiendo hacerlo antes del desayuno. Como John Piper exhorta: “No alimentes el cuerpo hasta que no hayas alimentado el alma.” Salmo 42:1-2 – “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Salmo 63:1 – “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas.” Como los animales braman por agua, así debemos bramar por la palabra de Dios. Y debemos pedir a Dios que nos dé más sed de él y de su palabra.
2- Estudia y medita lo que vas a enseñar.
Calcula un ritmo correcto para lo que vas a enseñar. Hechos 17:11-12. Los de Berea eran más nobles porque escudriñaban la palabra cada día. Salmo 1:1-2 –“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.” Meditar, contrario a la creencia de las religiones orientales, no es vaciar la mente, sino llenar tu mente y pensar repetitivamente. Detrás de meditar está la imagen de la vaca que rumia sobre el alimento que lleva a sus siete estómagos y después de digerirlo, lo vuelve a la boca para masticarlo otra vez. Así debemos acercarnos a la palabra de Dios, leemos, meditamos y oramos, volvemos a leer, meditar y orar. El estudio no es solo académico, sino que la meta es impresionar nuestro corazón con las verdades que vamos a enseñar.
3- Orando que el Señor nos dé amor por la verdad en nuestra enseñanza. No es suficiente conocer la verdad sino que tenemos que amarla también. Salmo 119:14-16 – “Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras.” El salmista menciona la palabra gozarse y regocijarse, haciendo énfasis en ello. Tus estudiantes serán los primeros en darse cuenta si amas las verdades que enseñas; se darán cuenta en tu manera de transmitirlo, en tu pasión, en tu lenguaje corporal. Pero es en vano, tratar de hacer estas cosas si tu corazón no tiene la pasión por la palabra. Pídele a Dios que te ayude a amar su verdad.
4- Pídele al Señor que te dé pasión porque tus estudiantes conozcan la verdad. Debemos mostrar anticipación, pasión, de tal forma que ellos vean que si no enseñas la verdad parecería que vas a explotar. La pasión por la verdad debe cambiar tu corazón primero para que puedas después impresionar el corazón de tus estudiantes. 3 Juan 4 La pasión se verá diferente en cada persona: en unos por una manera energética, voz alta, en otros lágrimas y una voz baja pero firme. Sé sincero al mostrar tu pasión en la forma en que Dios te ha hecho.
5- Pídele al Señor que te dé sabiduría para saber cómo presentar la verdad más eficazmente. Pide al Señor: “Ayúdame a entender cómo presentar la verdad, usando frutas, agua, mi voz, haciendo obra teatral, etc.” 2 Timoteo 2:15 – “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” Tu rol como profesor de Escuela Dominical es diferente al profesor de matemáticas, por ejemplo. Hay una diferencia en lo que estás enseñando. Lo que enseñas tiene repercusión en un alma inmortal, que no dejará de existir. Tenemos que usar “bien la palabra de verdad.” El texto advierte implícitamente que podemos utilizar mal la palabra de verdad.
Sea Dios quien cambie nuestros corazones para que seamos instrumentos para cambiar los corazones de nuestros hijos y estudiantes.
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